Por necesidad en unos casos, por simple deleite en otros, el hombre ha sentido siempre la necesidad de medir el paso del tiempo creando para ello instrumentos específicos, relojes.
Estos relojes han ido evolucionando al tiempo que la humanidad avanzaba tanto tecnológicamente como lo hacían las corrientes estéticas de cada época, desarrollándose con el tiempo la posibilidad de poderlos llevar en la muñeca, convirtiéndose de este modo en un elemento ornamental generalizado de primer orden.